Las 10 mentiras del posmachismo
Por ANNA FLOTATS
El patriarcado se rebela contra los avances en derechos que las mujeres han conquistado en los últimos años. La manipulación del lenguaje y la negación de la violencia de género son algunas de sus armas.
La igualdad real entre hombres y mujeres podría ilustrarse con la imagen de una balanza perfectamente nivelada. Un reto imposible de conseguir si no descargamos un poco el platillo de los varones. Esencialmente, de privilegios heredados históricamente. Los posmachistas no quieren renunciar a ese poder y su manera de defenderlo es negar la mayor, es decir, que hoy la balanza está desnivelada. Que la desigualdad, la enfermedad endémica sobre la que se sustenta la lucha para que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades, no existe. ¿Cómo la hacen? Pues paradójicamente, enarbolando la bandera de la igualdad. En palabras del ex secretario de Estado contra la Violencia de Género Miguel Lorente, "confundiendo y generado rechazos diciendo que lo que pretenden quienes luchan por la igualdad no es la igualdad sino atacar a los hombres y a todo lo que les rodea”.
Actúan así porque se sienten amenazados. Según la responsable del área de investigación de género de la Universitat de Barcelona, Trinidad Donoso, "no aceptan que todo lo que han conseguido las mujeres ha supuesto un paso adelante para el conjunto de la sociedad y ven peligrar el espacio público que siempre han tenido". Por eso intentan mantener el status quo o incluso volver hacia atrás.
Éstas son diez de sus armas:
Actúan así porque se sienten amenazados. Según la responsable del área de investigación de género de la Universitat de Barcelona, Trinidad Donoso, "no aceptan que todo lo que han conseguido las mujeres ha supuesto un paso adelante para el conjunto de la sociedad y ven peligrar el espacio público que siempre han tenido". Por eso intentan mantener el status quo o incluso volver hacia atrás.
Éstas son diez de sus armas:
1. Ni machismo ni feminismo
Los posmachistas, organizados sobre todo en las redes sociales, suelen usar el concepto “feminismo” como antónimo de “machismo”. Una falacia que cae por su propio peso si simplemente consultamos las definiciones de ambos términos en la RAE. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que mientras el machismo es "la actitud de prepotencia de los varones sobre las mujeres", el feminismo es "un movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres".
2. Igualdad ante la ley
El neomachismo reivindica la igualdad. Pero lo hace como si ahora no hubiera desigualdad y como si nunca la hubiera habido. Por eso, pide al Gobierno que adopte las mismas medidas para mujeres y para hombres, como si estuvieran en la misma posición. Objetivo: obviar la idea de que la desigualdad es la raíz de nuestro presente y el motor del sistema económico, educativo y cultural que nos rige desde hace siglos. Si se propone actuar de la misma manera sobre quien se encuentra en diferente posición, la desigualdad se mantiene porque ambas partes avanzan con la misma intensidad, es decir, la supremacía de unos y la inferioridad de otras.
3. No hay violencia de género
“Cuando hay una separación desgraciadamente existe un alto índice de hombres y mujeres que sólo actúan por rencor y por odio hacia el otro”. Es uno de los planteamientos de la Asociación Europea de Abogados de Familia y un ejemplo de hasta qué punto el posmachismo minimiza y justifica la violencia específica de los hombres contra las mujeres. Su tesis es que la violencia machista no existe, sino que la violencia es neutra. Y cuando un hombre asesina a su pareja o ex pareja se debe a circunstancias personales. Como dice el ex secretario de Estado contra la Violencia de Género, Miguel Lorente, en su blog, “si el hombre es un anciano dicen que se le fue la cabeza; si es joven, fue por celos; y si se trata de un hombre adulto comentan que fue porque había bebido”. Cualquier excusa vale si se obvia que vivimos en un sistema patriarcal que hace que este tipo de agresiones se normalicen y se invisibilicen. Hablando de "violencia neutra" lo que persiguen los neomachistas es desviar la atención y reducir el problema a casos aislados. Además, como señala Donoso, "la creencia de que la violencia de género no existe tiene una función social tranquilizadora porque elimina un conflicto".
4. Los hombres también son víctimas
Como si de una guerra se tratara, los posmachistas nunca pierden la oportunidad de recordar que también hay muchos hombres asesinados por sus parejas (dicen que unos 30 al año, cuando el CGPJ referencia un máximo de ocho) y otros tantos que se suicidan después de divorciarse (8.000 anuales, afirman, a pesar de que el número total de suicidios masculinos está alrededor de 3.500, según Lorente). Tachan de desigual cualquier política pública de apoyo a las mujeres (ayudas laborales y sanitarias, cuotas o acciones contra la violencia de género) y acto seguido se preguntan ¿qué hay de lo mío?
5. Las denuncias falsas
Uno de los argumentos estrella del neomachismo es que la mayoría de denuncias por violencia machista son falsas. Una falacia que logró colarse en el Congreso de la mano del ex diputado de UpyD y actual de Ciudadanos, Toni Cantó, hace tres años. Sin embargo, y según la Memoria 2016 de la Fiscalía General del Estado, representan sólo el 0,014% del total.
6. El Síndrome de Alienación Parental (SAP)
No tiene consenso científico y no ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero los posmachistas siguen dando pábulo al llamado Síndrome de Alineación Parental (SAP), eso es, la supuesta manipulación que las madres ejercen en los hijos para enfrentarlos al padre durante un proceso de separación o divorcio. Esta falsa patología de las mujeres, acuñada por el psiquiatra Richard Gardner en 1985, es la herramienta que utilizan algunos hombres para conseguir un cambio de custodia. Un auténtico peligro cuando se da en casos de violencia machista, en los que los hijos pueden acabar viviendo con el agresor.
6. No son feministas, son feminazis
Los neomachistas ya no hablan de mujeres feministas, sino de mujeres feminazis. Un intento más de criminalizar y desprestigiar la lucha por la igualdad ideado por Rush Limbaugh, un comunicador de extrema derecha de Estados Unidos que hizo popular el término en la década de los 90 y que actualmente apoya a Donald Trump. El palabro, por supuesto, no aparece en la RAE. Laura Nuño, directora del Observatorio de Igualdad de Género de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, considera que los posmachistas han ganado la batalla lingüística. "El patriarcado, que sigue causando muertes, ha logrado acuñar y popularizar un término que relaciona el nazismo con el feminismo, un movimiento humanista, pacifista y que no puede estar más alejado de la muerte".
7. Son las mujeres las que tienen que luchar
Son ellas las que están en peligro, así que son ellas las que tienen que ir con cuidado. Los posmachistas piensan que los hombres no tienen la culpa de nada y, por tanto, asumen como normal que las mujeres caminen con miedo por la noche. Lo peligroso es que los Cuerpos de Seguridad lo perciban del mismo modo y den consejos a las mujeres que van solas por la calle en vez de decir a los hombres que si ven a una mujer sola por la calle no deben hacerle nada. "Las políticas públicas no pueden imputar la responsabilidad sobre la víctima. Hay que perseguir a los agresores. ¿Alguien entendería que una institución advirtiera a los negros del peligro que corren en vez de castigar a los racistas que los agreden?", se pregunta Nuño. Isabel Muntané, codirectora del Máster de Género y Comunicación de la UAB, insiste también en la necesidad de que las campañas institucionales contra la violencia machista "pongan el foco en los actores de las agresiones, es decir, en los hombres".8. La esencialización de las mujeres
Cada hombre es un mundo, pero todas las mujeres son iguales: cariñosas, un poco histéricas y ciclotímicas, generosas, con grandes dotes para el cuidado y la crianza... Los posmachistas convierten a todas las mujeres en un prototipo de lo que ellos esperan que sean. "Piensan que hombres y mujeres tienen un papel asignado en la sociedad pero ese rol, en su esquema mental, está jerarquizado, es desigual, ellos están por encima", añade Donoso.
9. La hipersexualización de las mujeres
La moda, la televisión, el cine, la fotografía, la publicidad... Casi todas las representaciones visuales de niñas, adolescentes y mujeres adultas pretenden seducir, es decir, tienen un importante componente sexual. El patriarcado convierte a las mujeres en un objeto del deseo ajeno y eso influye muy negativamente en la construcción de la identidad femenina. De hecho, los modelos culturales de referencia de las niñas responden en todo momento al mismo canon.
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