Mutilación genital femenina
INTRODUCCIÓN:
La MGF se sigue practicando en 28 países de África y Asia. Los "argumentos" que se dan se pueden dividir en: "religiosos", culturales, higiénicos y sexuales. Los que la defienden dicen que aparece en el Coran (seguramente no se lo habrán leído). Si la mujer no está mutilada no son aceptadas dentro de su comunidad y no podrán formar parte de ella ni casarse. Si la mujer no está mutilada, es considerada impura y sucia, y en algunas comunidades no pueden manipular alimentos ni agua. Existe la creencia de que la mujer mutilada llegará virgen al matrimonio, será más fértil y que el placer masculino incrementará. Existen 4 tipos de MGF, (por ello recomiendo no referirse a ella como ablación ya que es sólo un tipo). El primer tipo es la circuncision, consiste en eliminar el prepucio del clitoris. El segundo tipo, la excisión, consiste en extripar parcial o totalmente el clitoris. El tercer tipo, es la infibulación, consiste en cortar los labios mayores y coserlos, dejando un pequeño agujero. Y el cuarto tipo, son todas las prácticas perjudiciales para los genitales externos hecho con razones no médicas.
Para que os hagáis una idea:
Su origen es desconocido, pero se dice que las faraonas estaban mutiladas del tipo 3. Pero en Europa y en Estados Unidos durante los siglos XVIII/XIX se realizaba el tipo 1 como "tratamiento" a la histeria, la epilepsia, la migraña... Ya que decían que todas ellas estaban causadas por la masturbación.
Hay 426394629273 leyes y declaraciones en contra, pero explicadme por qué siguen siendo mutiladas las niñas.
Os cuento, hacer una ley, un día internacional y limpiarse las manos, no sirve para mucho, y eso es lo que Europa hace con TODO. En conclusión, considero que divulgando la existencia de la práctica, educando y haciendo que las instituciones se impliquen. He criticado vuestra falta de interés hacia esta práctica ya que "no os afecta" pero voy a recordaros otra cosa. Tendéis a tener la misma actitud ante TODO.
140 millones de niñas y mujeres con vida han sido sometidas a mutilación genital femenina
Desde UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas) informan sobre qué es la mutilación genital femenina, sus orígenes, países donde aún se practica y sus consecuencias.
Hace unos días se publicaba que algunas ciudades españolas, como Marbella, podían tener casos de mutilación genital femenina.
¿Qué es la mutilación genital femenina (MGF)?
La MGF consiste en cualquier procedimiento que suponga la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos u otro tipo de lesión a los órganos genitales femeninos por razones culturales o de otro tipo, pero no médicas.
¿A cuántas mujeres y niñas afecta?
Se cree que, en la actualidad, de 100 a 140 millones de niñas y mujeres con vida han sido sometidas a la MGF; viven sobre todo en África Subsahariana y en los Estados Árabes. Pero los índices de MGF están aumentando, como consecuencia del crecimiento de la población mundial.
Uno de los retos fundamentales consiste no solo en proteger a las niñas que corren peligro en la actualidad, sino también en garantizar que las que nazcan en el futuro no se sometan a los riesgos que supone esta práctica. Este reto cobra especial importancia si tenemos en mente que, en general, los países donde se concentra la MGF están experimentando un gran crecimiento demográfico y cuentan con una población joven muy elevada. En 2010, por ejemplo, más del 45% de la población femenina en Gambia, Malí, Somalia y Uganda tenían menos de 15 años.
¿Cómo afecta la MGF a la salud de las mujeres y las niñas?
La MGF conlleva graves consecuencias para la salud sexual y reproductiva de las niñas y las mujeres.
Las repercusiones de la MGF dependen de varios factores, como el tipo que se practique, la pericia de quien la lleve a cabo, las condiciones higiénicas en las que se realiza, el grado de resistencia y el estado de salud general de la niña/mujer que se somete al procedimiento. Las complicaciones pueden aparecer en todos los tipos de MGF, pero son más frecuentes en la infibulación.
Las complicaciones inmediatas incluyen dolor agudo, conmoción, hemorragia, tétanos o infección, retención de orina, ulceración de la zona genital y lesión del tejido adyacente, infección de la herida, infección de orina, fiebre y septicemia. Las hemorragias y las infecciones pueden ser tan graves que llegan a causar la muerte.
Las consecuencias a largo plazo incluyen anemia, formación de quistes y abscesos, formación de tejido queloide, daño a la uretra que produce incontinencia urinaria, dispareunia (coito doloroso), disfunción sexual, hipersensibilidad de la zona genital, mayor riesgo de transmisión del VIH, complicaciones durante el parto y efectos psicológicos.
La infibulación puede dar lugar a la formación de un exceso de tejido cicatricial, dificultad para orinar, desórdenes menstruales, vejiga recurrente e infección del tracto urinario, fístulas y esterilidad. Puede producirse una obstrucción vaginal casi completa que da como resultado una acumulación del flujo menstrual en la vejiga y en el útero.
La infibulación crea una barrera física para el coito y el parto. Por tanto, una mujer que se ha sometido a este procedimiento tiene que sufrir una dilatación gradual de la abertura vaginal antes de tener una relación sexual. A menudo, el marido o un practicante de circuncisiones realiza un corte a la mujer infibulada en su noche de bodas para permitir que el marido intime con ella. Durante el parto, también tienen que practicar un corte a muchas mujeres porque la abertura vaginal es demasiado pequeña para que pase el bebé.
¿Cuáles son las secuelas psicológicas de la MGF?
La MGF puede dejar secuelas permanentes en las mujeres y niñas que se someten a ella. El estrés psicológico del procedimiento puede desencadenar desórdenes de conducta en las niñas, muy relacionados con la pérdida de confianza en los cuidadores. A largo plazo, las mujeres pueden experimentar ansiedad y depresión. La disfunción sexual también puede contribuir a los conflictos maritales o al divorcio.
¿Cuántos tipos de MGF existen?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado cuatro tipos:
Tipo I, también denominado clitoridectomía: Resección parcial o total del clítoris y/o el prepucio.
Tipo II, también denominado escisión: Resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin escisión de los labios mayores. La cantidad de tejido que se extirpa varía en gran medida dependiendo de la comunidad.
Tipo III, también denominado infibulación: Estrechamiento de la abertura vaginal y creación de un sello que la cubre. El sello se forma al cortar y recolocar los labios menores y/o los labios mayores. Puede realizarse con o sin resección del clítoris.
Tipo IV: Todos los demás procedimientos lesivos de los genitales femeninos con fines no médicos, por ejemplo: la perforación, la incisión, el raspado o la cauterización.
Tipo II, también denominado escisión: Resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin escisión de los labios mayores. La cantidad de tejido que se extirpa varía en gran medida dependiendo de la comunidad.
Tipo III, también denominado infibulación: Estrechamiento de la abertura vaginal y creación de un sello que la cubre. El sello se forma al cortar y recolocar los labios menores y/o los labios mayores. Puede realizarse con o sin resección del clítoris.
Tipo IV: Todos los demás procedimientos lesivos de los genitales femeninos con fines no médicos, por ejemplo: la perforación, la incisión, el raspado o la cauterización.
Otros términos relacionados con la MGF son la incisión, la desinfibulación y la reinfibulación:
La incisión se refiere a la realización de cortes en el clítoris o a la extirpación del prepucio clitoral, pero también a las incisiones practicadas en la pared de la vagina y a la incisión en el perineo y la sínfisis.
La desinfibulación hace referencia a la realización de un corte a una mujer a la que se ha practicado una infibulación para permitir la penetración durante las relaciones sexuales o facilitar el parto.
La reinfibulación es la práctica mediante la que se vuelven a coser los labios exteriores tras la desinfibulación.
La desinfibulación hace referencia a la realización de un corte a una mujer a la que se ha practicado una infibulación para permitir la penetración durante las relaciones sexuales o facilitar el parto.
La reinfibulación es la práctica mediante la que se vuelven a coser los labios exteriores tras la desinfibulación.
¿Cuáles son los tipos más comunes?
Los tipos I y II son los más comunes, pero existen variaciones entre los países. El tipo III —la infibulación— la experimentan alrededor del 10% de las mujeres afectadas y es el más practicado en Somalia, el norte del Sudán y Djibouti.
¿Hay alguna religión que exija la MGF?
Ninguna religión fomenta o aprueba la MGF. Sin embargo, más de la mitad de las mujeres y niñas de 4 de los 14 países donde se dispone de datos veían la MGF como un requisito religioso. Y, aunque a menudo se percibe que la MGF está vinculada al islam, tal vez porque se practica entre muchos grupos musulmanes, no todos los grupos islámicos la practican, y muchos grupos no islámicos sí lo hacen, incluidos algunos cristianos, los judíos etíopes y los seguidores de ciertas religiones tradicionales africanas.
Por tanto, la MGF es más una práctica cultural que religiosa. De hecho, muchos líderes religiosos la han denunciado.
¿Por qué se practica la MGF?
En cada una de las sociedades en las que se practica la mutilación genital femenina, esta es reflejo de una manifestación muy enraizada de la desigualdad de género. Allí donde su práctica está muy extendida, la MGF cuenta con el apoyo tanto de hombres como de mujeres, que, por lo general, no la cuestionan, y cualquiera que se aparte de la norma puede enfrentarse a la condena, el acoso y el ostracismo. A las familias les resulta difícil abandonar la práctica sin el apoyo del resto de la comunidad. De hecho, se suele practicar incluso a sabiendas de que inflige daño a las niñas, porque consideran que los beneficios sociales son más altos que sus desventajas (OMS, 2008).
Las razones que se dan para justificar la práctica de la MGF entran dentro de cinco categorías:
Razones psicosexuales: La MGF se realiza como una forma de controlar la sexualidad de la mujer, que a veces se cree que es insaciable si parte de los genitales, sobre todo el clítoris, no se extirpa. Se piensa que asegura la virginidad antes del matrimonio y la fidelidad después, y que aumenta el placer sexual masculino.
Razones sociológicas y culturales: La MGF es vista como parte del rito de iniciación que marca la transición de niña a mujer y como una parte intrínseca de la herencia cultural de una comunidad. A veces los mitos sobre los genitales femeninos (por ejemplo, que un clítoris no extirpado crecerá hasta alcanzar el tamaño de un pene, o que la MGF aumentará la fertilidad o ayudará a la supervivencia del hijo) perpetúan la práctica.
Razones sociológicas y culturales: La MGF es vista como parte del rito de iniciación que marca la transición de niña a mujer y como una parte intrínseca de la herencia cultural de una comunidad. A veces los mitos sobre los genitales femeninos (por ejemplo, que un clítoris no extirpado crecerá hasta alcanzar el tamaño de un pene, o que la MGF aumentará la fertilidad o ayudará a la supervivencia del hijo) perpetúan la práctica.
Razones higiénicas y estéticas: En algunas comunidades, los genitales femeninos externos se consideran sucios y feos y se extirpan ostensiblemente para promover la higiene y el atractivo estético.
Razones de tipo religioso: Aunque ni el islam ni el cristianismo aprueban la MGF, suele utilizarse una supuesta doctrina religiosa para justificar la práctica.
Factores socioeconómicos: En muchas comunidades, la MGF es un requisito previo al matrimonio. Allí donde la mujer depende en gran medida del hombre, la necesidad económica puede ser un potente impulsor del procedimiento. A veces la MGF es un requisito previo para obtener el derecho de herencia. También puede ser una gran fuente de ingresos para los profesionales.
Factores socioeconómicos: En muchas comunidades, la MGF es un requisito previo al matrimonio. Allí donde la mujer depende en gran medida del hombre, la necesidad económica puede ser un potente impulsor del procedimiento. A veces la MGF es un requisito previo para obtener el derecho de herencia. También puede ser una gran fuente de ingresos para los profesionales.
La mutilación genital femenina no es cosa del pasado
¿Sólo en países de cultura musulmana? No
Más de 137.000 mujeres afectadas por la mutilación genital en Inglaterra y Gales
Londres es el lugar donde hay mayor prevalencia del mutilación genital, con 21 casos por cada mil mujeres (4.7% de la población).
Actualmente hay más de 137.000 mujeres en Inglaterra y Gales afectadas por la mutilación genital (MGF), práctica también conocida como ablación del clítoris, en la que se elimina parcial o totalmente este órgano bajo supuestas creencias, tradiciones y demás excusas.
Lo acredita un estudio llevado a cabo por la City University London, que se basa sobre todo en la llegada de mujeres nacidas en países donde la MGF es común, como Somalia y Eritrea.
Si en 2001 había 182.000 mujeres procedentes de esos estados africanos, el número creció hasta las 283.000 en 2011.
Londres es el lugar donde hay mayor prevalencia del MGF, con 21 casos por cada mil mujeres (4.7% de la población). Es más, en Southwark, uno de sus barrios, la cifra llega a los 47 casospor cada mil. Siguen a la capital Manchester, Slough, Bristol, Leicester y Birmingham con una prevalencia de entre 12 y 16/1000.
Otras fuentes también arrojan datos sobre este drama social. En septiembre del año pasado, el servicio de salud registraba 1.913 incidencias, mientras que en marzo de 2015 se llegaba a la cifra de 3.293 de mujeres detectadas. Las consecuencias de esta práctica pueden ser varias, como la aparición de hemorragias, infecciones, esterilidad o traumas psicológicos.
En todo el Reino Unido la policía calcula que hay más de veinte mil niñas que pueden sufrir la MGF cada año.
Primera orden de protección a menores
contra la MGF de la historia de Inglaterra
Un juez de Bedfordshire ordenó hace un par de semanas la retirada de pasaporte a dos jóvenes con alto riesgo de sufrir la MGF durante un inminente viaje a África.
La orden se realizó bajo la Ley sobre crímenes graves de 2015 que permite a los jueces del país poner personas bajo custodia, ordenar pruebas médicas y realizar un seguimiento más profundo de aquellas niñas que se encuentren en situación de riesgo.
Desde 1985, con la Ley de circuncisión femenina y posteriormente con la leyes de prohibición del MGF en Inglaterra (2003) y Escocia (2005), solo ha sido acusada una persona, un doctor del Servicio Nacional de Salud (NHS) en 2009, que finalmente sería declarado como no culpable este mismo año.
Cómo es orinar, menstruar y parir cuando se ha sufrido una mutilación genital
Unos 200 millones de mujeres y niñas han sufrido mutilación genital en los 30 países en los que todavía es una práctica frecuente.
Pero. ¿cómo hacen las sobrevivientes para convivir con el dolor que produce orinar, menstruar o parir que la misma les genera?
“La primera vez que uno nota que algo cambió físicamente es cuando orina”, cuenta Hibo Wardere, de 46 años.
Hibo fue sometida a una mutilación de “tipo tres” –en la clasificación de la Organización Mundial de la Salud– cuando nada más tenía seis años.
Eso significa que todos sus labios vaginales fueron cortados y luego cosidos juntos, dejándole nada más un pequeño agujero que ella compara con el tamaño de un fósforo.
"Herida abierta"
Hibo creció en Somalia, donde el 98% de las mujeres y niñas entre los 15 y los 49 años han sido mutiladas por la fuerza en sus genitales.
“Es como una herida abierta a la que se le echa sal o chile picante, así se siente”, recuerda.
“Y entonces uno se da cuenta que el pis ya no sale como lo hacía antes. Sale en gotitas y cada gotita es peor que la anterior”, cuenta.
“Una tarda cuatro o cinco minutos. Y en esos cuatro o cinco minutos se sufre un dolor horripilante”.
Hibo llegó a Reno Unido cuando tenía 18 años y casi inmediatamente visitó a un doctor para ver si había forma de aliviar el dolor que sentía cada vez que orinaba o durante sus períodos menstruales.
Su intérprete no quiso traducir su pregunta, pero su doctor logró entenderla.
Y eventualmente Hibo se sometió a un procedimiento llamado defibulación, una cirugía para abrir los labios vaginales.
Esto amplió el tamaño del agujero y dejó al descubierto la uretra.
No es, para nada, una reparación completa de la zona y jamás podrá restaurar el tejido sensible que fue removido con la mutilación. Pero hace un poco menos doloroso el acto de orinar.
"Allá abajo"
El sexo, sin embargo, sigue planteando un reto.
“Incluso después de ser operada por un doctor, uno queda con un espacio bastante pequeño”, explica Hibo.
"La mutilación femenina es un asunto global". Las últimas cifras de Unicef aumentaron el número estimado de sobrevivientes de mutilación genital femenina de 70 millones a 200 millones en todo el planeta.
“Las partes que deberían expandirse ya no están. Entonces uno se queda con un agujerito pequeño y el sexo es muy difícil. Se puede sentir placer, pero muy de vez en cuando”, cuenta.
Y el trauma de la mutilación también afecta las relaciones íntimas.
“Primero hay un bloqueo psicológico, porque el dolor físico es lo único que uno asocia con esa parte del cuerpo”, reconoce Hibo.
“Y luego está el trauma experimentado. Así que es difícil imaginar que algo bueno pueda pasar allá abajo”, dice.
Datos
Las últimas cifras de Unicef aumentaron el número estimado de sobrevivientes de mutilación genital femenina de 70 millones a 200 millones en todo el planeta, con Indonesia, Egipto y Etiopía registrando la mitad de las víctimas.
Y en países como Reino Unido, donde la práctica está prohibida, la policía ha advertido que numerosas niñas corren el riesgo de ser llevadas al exterior para ser mutiladas.
Sin embargo, se sabe poco acerca de las estrategias para lidiar con su condición de los millones de sobrevivientes, incluyendo las al menos 137.000 que viven en Reino Unido.
Aunque las repercusiones del procedimiento –que puede involucrar la extirpación del clítoris (tipo uno), el clítoris y los labios menores (tipo dos), el corte y estrechamiento forzoso de la apertura vaginal (tipo tres) o cualquier otra mutilación dolorosa de los genitales (a veces conocida como tipo cuatro) son bastante amplias.
Los síntomas, sin embargo, rara vez se discuten abiertamente, en parte porque en algunas comunidades la práctica es tan común que las mujeres no la ven como un problema.
O bien –como explica Janet Fyle, una asesora del Real Colegio de Parteras condecorada por su trabajo en contra de la mutilación genital– porque no conectan sus numerosos problemas de salud con lo que les pasó cuando niñas.
Su día a día, sin embargo, puede ser desolador: el servicio de salud pública británico ha identificado entre las posibles consecuenciasinfecciones de las vías urinarias, infecciones uterinas, infecciones renales, quistes, problemas reproductivos y dolor durante el acto sexual.
Consecuencias
Una cirugía “restaurativa”, como se llama a veces a la defibulación, puede en ocasiones ayudar a aliviar algunos síntomas al abrir la parte inferior de la vagina.
“Pero no es tan sencillo como atender la parte física, lo que podemos hacer como doctores”, explica Fyle, quien viene de Sierra leone, donde la mutilación genital femenina es bastante común.
“Tiene mucho que ver con las consecuencias (psicológicas) a largo plazo. Muchas mujeres la describen como peor que el estrés post-traumático que afecta a los soldados que han estado en el campo de batalla”, agrega.
Hibo cuenta que cuando quedó embarazada por primera vez, en 1991, a la edad de 22 años, la torturaba la idea de que los doctores tuvieran que ver sus genitales.
“Recuerdo que me cubrí el rostro con la almohada para protegerme de la humillación y la vergüenza”, dice.
“Saber que todos esos ojos me iban a ver era demasiado”, cuenta.
Durante el parto, le regresaron a la memoria escenas del momento en que había sido mutilada, una experiencia común de muchas sobrevivientes.
Y, en esa época, era la primera mujer víctima de mutilación genital en ser atendida en ese hospital de Surrey, por lo que ni ella, ni el equipo médico, sabían cómo hacer más fácil el parto.
“Antes de que pudieran pensar en qué hacer, mi hijo nació. Me tuvieron que cortar. Y mi hijo venía con tanta fuerza que desgarró partes de mí”, recuerda.
“Ellos estaban en shock y no sabían qué hacer conmigo. Fue horrible. Y necesité mucho tiempo para recuperarme”.
A pesar de la experiencia, Hibo tuvo seis hijos más, y los siguientes partos fueron menos traumáticos.
Su segundo hijo nació por cesárea, y ella felicita al servicio de salud pública británico por su mayor comprensión y apoyo a las sobrevivientes de la mutilación genital femenina.
En Reino Unido, la defibulación es comúnmente ofrecida antes de un parto, junto a apoyo psicológico y la posibilidad de ponerse en contacto con un grupo de sobrevivientes.
Las parteras dicen que esto es fundamental para las mujeres que han bloqueado los recuerdos de su mutilación hasta el punto que les cuesta reconocer lo que les hicieron.
¿Felicidad?
Hibo también reconoce el rol jugado por su esposo, Yusuf, a quien conoció pocos meses después de haber sido operada en Reino Unido, por la forma en la que apoyó su decisión de operarse y hablar en público en contra de una práctica tan común en su país de origen.
Y, a pesar de sus temores, ha encontrado más intimidad y felicidad de la que creía posible.
La pareja y su familia, sin embargo, no han logrado escapar de las expectativas de la cultura de la que provienen.
La decisión de Hibo de hablar en contra de la mutilación genital la llevó a confrontarse con su madre, lo que afectó la relación entre las dos mujeres.
En Somalia, el 98% de las mujeres y niñas entre los 15 y los 49 años han sido mutiladas por la fuerza en sus genitales.
Cuando era pequeña, ambas compartían “un lazo muy estrecho”, cuenta Hibo.
Y sin embargo fue su madre la que la llevó a que le cortaran y zurcieran los genitales, reforzando la extendida creencia de que esa práctica es esencial para preservar la reputación de las niñas y sus posibilidades de casarse.
“Mi mamá me quería, y lo hizo por amor”, reconoce ahora Hibo.
“Creía que me estaba protegiendo y que protegía también el honor de la familia. Ella misma también fue una víctima. Y su madre y su abuela. Generaciones enteras han sufrido la mutilación genital y nunca lo vieron como un problema”, dice.
Eventualmente las dos mujeres lograron aliviar las tensiones antes de la muerte de la madre de Hibo.
Pero su familia política ahora está “indignada” por la decisión de la pareja de no mutilar a sus niñas.
“Creen que cometí un error, que les hice algo malo a mis hijas, porque ¿quién va a querer casarse con ellas ahora?”, explica Hibo.
“Y yo pensando: ‘Me importa el tema del matrimonio o me interesa su salud? ¿Quiero que sufran lo que yo sufrí? ¿Quiero que pasen por lo que pasé?”, dice.
“De ninguna manera”, es su respuesta.
Un fragmento del libro de Hibo Wardere
Mutilada: la lucha de una mujer contra la mutilación genital femenina en Reino Unido hoy
Lo que vi me dejó sin aliento. La mujer tenía razón. Sólo había una palabra para describirlo: devastador. Por primera vez pude ver lo que me habían dejado. Nada más un agujero.
Todo había sido cortado y sellado. Y aunque el doctor me había abierto la piel para exponer la uretra de forma que pudiera orinar, no tenía ahí los labios carnosos de las otras mujeres.
No había protección, no había belleza. La zona entre mis piernas parecía arena oscura en la que alguien había dibujado una delgada línea y luego, como si hubieran clavado un palillo en esa arena, al final de la línea había un pequeño agujero. Mi vagina.
Pude ver que era un poco más grande de lo que había sido luego de que me zurcieran, gracias al doctor que lo había abierto ligeramente. Pero ahí estaba. La única pista de que yo era una mujer. El resto de mis genitales habían sido cortados y descartados.
Fátima: "La mutilación genital es un intento de controlar la libertad y sexualidad de las mujeres"
Fátima Djarra es de Guinea-Bissau y, tras practicarle la mutilación genital femenina (MGF) a los 4 años, ahora es mediadora intercultural en Médicos del Mundo. "En el colegio me di cuenta de que el órgano genital que estaba estudiando no correspondía con el mío. En ese momento me empecé a plantear mi realidad" aclara Fátima.
La mutilación genital se lleva a cabo en zonas rurales de África e Indonesia, así como en Irak, Yemen y Colombia y no tiene ningún tipo de vínculo con la religión. Afecta a 200 millones de mujeres en el mundo y tiene graves consecuencias tanto físicas como psicológicas y, además, han de cargar con el estigma social.
El argumento que utilizan para intentar justificar la mutilación genital es la purificación de la mujer, lo cual las permite contraer matrimonio y ser aceptadas en sus comunidades; pero, tal y como explica Fátima, la realidad que hay detrás de esta tradición es la desigualdad de género y la discriminación.
La MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas, está prohibida por la ONU desde 2012 y queda recogida, a nivel europeo, en el Convenio de Estambul para proteger, prevenir y eliminar esta forma de violencia contra la mujer.
La Junta de Andalucía ha presentado la Guía para la concienciación sobre mutilaciones genitales femeninas. Es un documento elaborado por la Dirección de Violencia de Género y el Instituto Andaluz de la Mujer, en colaboración con la Asociación Mujeres Entre Mundos, que tiene como objetivo dar claves a diferentes profesionales (del ámbito sanitario, educativo y social) para ayudarles a prevenir y a saber actuar ante la detección de casos de riesgo.
La mutilación genital femenina es una forma de violencia de genero que afecta a unos 140 millones de niñas y mujeres de todo el mundo, tanto en sus países de origen como en otros lugares de residencia. Se trata de una flagrante vulneración de los Derechos Humanos ante la cual no podemos permanecer indiferentes.
La mutilación genital femenina es una práctica poco conocida, de la que existe una gran diversidad tanto en los grupos que la practican como en las motivaciones alegadas para llevarla a cabo. A pesar de ello, se han detectado casos en Andalucía y se puede afirmar que existen mujeres y niñas residentes en esta comunidad autónoma que la padecen o están en riesgo de padecerla.
Parece una práctica lejana a nuestra sociedad, pero hay que asegurar que los profesionales del ámbito sanitario, social y educativo se encuentran con situaciones de este tipo más veces de las que se puedan imaginar. Desde el Instituto de la Mujer señalan estos puntos como claves para la Guía:
Tenemos que tener en cuenta que en nuestro país y en nuestra comunidad contamos con población procedente de países que practican la mutilación genital femenina.Estos países son fundamentalmente del África subsahariana, como Somalia, Guinea, Yibuti, Egipto, Sudan, Mali, Liberia, etc.Según las últimas estadísticas disponibles, en España residen más de 224.000 personas procedentes de estos países. De ellas, más de 57.000 son mujeres y casi 17.000 de ellas niñas menores de 14 años, que son las que están en riesgo de sufrir esta práctica.En Andalucía, hay 6.017 mujeres de estas zonas, y 1.500 de ellas son niñas menores de 14 años.En Almería, 1820 mujeres y 538 de ellas son niñas menores de 14 años. Los municipios más vulenrables de la provincia son Roquetas de Mar, Vícar, La mojonera, El Ejido, Níjar.Y según la Fundación Wassu-UAB, en los últimos años se ha incrementado en España un 61% el número de niñas y jóvenes en riesgo de padecer mutilación genital femenina, una práctica que está reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos y como una forma de violencia de género.En todo el mundo, más de 125 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de la mutilación genital femenina en los 29 países de África y Oriente Medio donde se concentra esta práctica.En la mayoría de los casos se practican en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años.
La Guía tendrá un total de 6.000 ejemplares distribuidos en:
centros provinciales y municipales del IAM,Centro de Internamiento de Extranjeros (CIES),centros de salud,servicios sociales municipalesy centros educativos de Andalucía (colegios y centros de educación secundaria)
– La guía comienza con un apartado explicativo sobre las razones por las que se realiza la mutilación genital femenina, con el fin de que las personas profesionales las conozcan y sepan desmontar los argumentos trabajando con las familias.
– Las causas abarcan desde:
La tradición cultural,Las connotaciones religiosas,El control de la sexualidad de las mujeres,La falsa creencia de la higiene y la belleza,El mito de la fertilidad.
– Junto a las causas, el documento aporta una explicación detallada de las consecuencias de la mutilación genital femenina, tanto a corto como a largo plazo, como por ejemplo:
infecciones,hemorragias,muerte por shock o desangrado,estres post traumatico,alteraciones ginecológicas y urinarias,esterilidad,VIH,hepatitis,complicaciones en el embarazo y en el parto,problemas con la salud sexual, etc.
– La guía dedica también un apartado a los aspectos jurídicos, detallando los derechos humanos que vulnera esta práctica y la legislación nacional e internacional que la definen como delito.
– Pero quizás la parte más importante del documento sea el protocolo a seguir por las diferentes personas profesionales ante indicadores que apunten el riesgo de un caso, tanto para prevenirlo como para actuar si ya se ha producido.
De este modo, la guía incluye indicaciones específicas tanto para trabajadores sociales como para profesorado o personal sanitario.Las recomendaciones se abordan:tanto desde el ámbito de la prevención, cuando se trabaja con familias procedentes de países donde se practica la mutilación genital femenina.como desde las situaciones de riesgo inminente (planificación de un viaje al país de origen de la familia de riesgo).o la sospecha de haberse realizado una mutilación genital femenina (derivando al ámbito sanitario y a servicios sociales).
– En los tres protocolos (social, educativo y sanitario) se abordan las medidas desde un ámbito muy pedagógico, ofreciendo recursos para que se trabaje de forma educativa con las familias, ya que esta práctica nunca se erradicará de manera coercitiva, sino con pedagogía, desmontando mitos y falsas creencias como toda desigualdad de género.
-Son necesarias iniciativas para formar a las personas profesionales que trabajan con la población inmigrante para que sepan actuar, no sólo desde el ámbito legal y policial, sino también desde la sensibilización y la información a las familias extranjeras, a las que hay que concienciar de que se trata de un atentado contra la integridad de sus hijas, con profundas secuelas físicas y psicológicas.
-Se señala también que resulta fundamental la colaboración intersectorial llevada a cabo de manera constante la Junta de Andalucía, desde los ámbitos de la salud, la educación, la justicia, las políticas migratorias y los servicios de atención a la mujer, para concienciar y formar a las familias extranjeras que residen en la comunidad andaluza sobre la prevención de la mutilación genital femenina.
Alrededor de 200 millones de mujeres han sufrido MGF y más de 63 millones de niñas habrán sido sometidas a ella para el 2050. En España, aproximadamente 17.000 niñas están en riego de ser sometidas a MGF.
El incremento de su prevalencia en Europa en las últimas dos décadas ha sido recibido con inquietud por parte de las y los profesionales y administraciones públicas, que carecen en general de un conocimiento sobre la práctica, sus significados culturales, sus consecuencias, así como las formas más eficaces de prevenirla o de proteger y acompañar a las personas que han sido o pueden ser sometidas a ella. De ahí que el proyecto afronte este déficit incorporando su formación en las universidades.
Cada año tres millones de niñas son sometidas a la mutilación genital femenina
Marbella, ciudad de riesgo por mutilación genital femenina
La mutilación genital femenina es una práctica poco conocida en Europa, pero esta forma de violencia de género está presente en más de 140 países, incluido España.
En Marbella existen más de 30 casos de riesgo por mutilación, y además la provincia malagueña es la segunda de Andalucía con más incidencias de este tipo, con un total de 483 niñas, según datos del Instituto Andaluz de la Mujer. Estas cifras se deben a la llegada de población extranjera procedente de países en los que la mutilación genital femenina está muy extendida, como es el caso de la zona subsahariana.
Por ello, la dirección general de Violencia de Género de la Junta de Andalucía, el Instituto Andaluz de la Mujer y la Asociación de Mujeres Entremundos han elaborado la ’Guía de Concienciación para la Prevención de la Mutilación Genital Femenina’, un escrito de 60 páginas cuya finalidad es visibilizar y explicar este problema social.
Además, esta guía ya se incluye en los planes de igualdad de los colegios andaluces, para concienciar desde tempranas edades sobre este problema, que cada vez está más presente en España.
Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia por parte de su compañero sentimental
La violencia contra mujeres y niñas es una violación grave de los derechos humanos, según denuncia ONU Mujeres en su campaña especial por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Su impacto puede ser tanto inmediato como de largo alcance, e incluye múltiples consecuencias físicas, sexuales, psicológicas, e incluso mortales, para mujeres y niñas. Afecta negativamente el bienestar de las mujeres e impide su plena participación en la sociedad. Además de tener consecuencias negativas para las mujeres, la violencia también impacta su familia, comunidad y el país. El alto coste asociado, que comprende desde un aumento en gastos de atención de salud y servicios jurídicos a pérdidas de productividad, impacta en presupuestos públicos nacionales y representa un obstáculo al desarrollo.
Tras varias décadas de movilizaciones promovidas por la sociedad civil y los movimientos de mujeres, se ha conseguido incluir la erradicación de la violencia de género en las agendas nacionales e internacionales. Nunca tantos países han contado con leyes contra la violencia de género, las agresiones sexuales y otras formas de violencia. Sin embargo, continúan existiendo desafíos en la aplicación de estas leyes, resultando en una limitada protección y acceso a la justicia por parte de mujeres y niñas. Asimismo, no se hace lo suficiente para prevenir la violencia, y cuando ésta ocurre a menudo queda impune.
Hechos y cifras: Acabar con la violencia contra mujeres y niñas
-Se estima que el 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de su compañero sentimental o violencia por parte de una persona distinta a su compañero sentimental en algún momento de su vida. Sin embargo, algunos estudios nacionales demuestran que hasta el 70% de las mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental durante su vida.
-Las mujeres que han sufrido maltrato físico o sexual por parte de sus compañeros tienen más del doble de posibilidades de tener un aborto, casi el doble de posibilidades de sufrir depresión y, en algunas regiones, 1,5 veces más posibilidades de contraer el VIH, en comparación con las mujeres que no han sufrido violencia por parte de su compañero sentimental.
-Pese a que la disponibilidad de datos es limitada, y existe una gran diversidad en la manera en la que se cuantifica la violencia psicológica según países y culturas, las pruebas existentes reflejan índices de prevalencia altos. El 43% de mujeres de los 28 Estados Miembros de la Unión Europea ha sufrido algún tipo de violencia psicológica por parte de un compañero sentimental a lo largo de su vida.
-Se estima que en prácticamente la mitad de los casos de mujeres asesinadas en 2012, el autor de la agresión fue un familiar o un compañero sentimental, frente a menos del 6 por ciento de hombres asesinados ese mismo año.
-En 2012, un estudio realizado en Nueva Delhi reflejó que el 92% de las mujeres comunicó haber sufrido algún tipo de violencia sexual en espacios públicos a lo largo de su vida, y el 88% de mujeres comunicó haber sufrido algún tipo de acoso sexual verbal (incluidos comentarios no deseados de carácter sexual, silbidos, miradas o gestos obscenos) a lo largo de su vida.
-A escala mundial, más de 700 millones de mujeres que viven actualmente se casaron siendo niñas (con menos de 18 años de edad). De estas mujeres, más de 1 de cada 3 —o bien unas 250 millones— se casaron antes de cumplir los 15 años. Las niñas casadas no suelen tener la posibilidad de negociar efectivamente unas relaciones sexuales seguras, lo que las hace vulnerables ante el embarazo precoz así como ante las infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH.
-Unos 120 millones de niñas de todo el mundo (algo más de 1 de cada 10) han sufrido el coito forzado u otro tipo derelaciones sexuales forzadasen algún momento de sus vidas. Con diferencia, los agresores más habituales de la violencia sexual contra niñas y muchachas son sus maridos o ex maridos, compañeros o novios.
-Se estima que 200 millones de niñas y mujeres han sufrido algún tipo de mutilación/ablación genital femenina en 30 países, según nuevas estimaciones publicadas en el Día Internacional de las Naciones Unidas de Tolerancia Cero para La Mutilación Genital Femenina en 2016. En gran parte de estos países, la mayoría fueron cortadas antes de los 5 años de edad.
-Las mujeres adultas representan prácticamente la mitad de las víctimas de trata de seres humanos detectada a nivel mundial. En conjunto, las mujeres y las niñas representan cerca del 70%, siendo las niñas dos de cada tres víctimas infantiles de la trata.
–Una de cada 10 mujeres de la Unión Europea declara haber sufrido ciberacoso desde la edad de los 15 años, lo que incluye haber recibido correos electrónicos o mensajes SMS no deseados, sexualmente explícitos y ofensivos, o bien intentos inapropiados y ofensivos en las redes sociales. El mayor riesgo afecta a las mujeres jóvenes de entre 18 y 29 años de edad.
-Se estima que 246 millones de niñas y niños sufren violencia relacionada con elentorno escolar cada año y una de cada cuatro niñas afirma que nunca se ha sentido segura utilizando los aseos escolares, según indica una encuesta sobre jóvenes realizada en cuatro regiones. El alcance y las formas de la violencia relacionada con el entorno escolar que sufren niñas y niños varían, pero las pruebas señalan que las niñas están en situación de mayor riesgo de sufrir violencia sexual, acoso y explotación. Además de las consecuencias adversas psicológicas y para la salud sexual y reproductiva que conlleva, la violencia de género relacionada con el entorno escolar es un impedimento de envergadura para lograr la escolarización universal y el derecho a la educación de las niñas.
Medidas para abordar la violencia
-En la mayoría de países donde existen datos, menos del 40% de las mujeres que sufren violencia buscan algún tipo de ayuda. Entre las mujeres que lo hacen, la mayoría recurre a la familia y a amigas y amigos y muy pocas confían en instituciones y mecanismos oficiales, como la policía o los servicios de salud. Menos del 10% de aquellas mujeres que buscaron ayuda tras haber sufrido un acto de violencia lo hicieron recurriendo a la policía
-Al menos 119 países han aprobado leyes sobre violenciade género, 125 tienen leyes sobre el acoso sexual y 52 tienen leyes sobre la violación conyugal. Sin embargo, ni siquiera contar con una ley garantiza que ésta siempre respete o implemente los estándares y las recomendaciones internacionales.
-La disponibilidad de datos sobre la violencia contra las mujeres ha aumentado significativamente en los últimos años. Desde 1995, más de 100 países han llevado a cabo al menos una encuesta tratando esta cuestión. Cuarenta y cuatro países realizaron una encuesta en el periodo entre 1995 y 2004, y 89 países lo hicieron en el periodo entre 2005 y 2014, unas cifras que parecen reflejar un mayor interés en esta cuestión. Más de 40 países llevaron a cabo al menos dos encuestas en el periodo entre 1995 y 2014, lo que significa que, dependiendo de la comparabilidad de las encuestas, se podrían analizar los cambios a lo largo del tiempo.
Violencia contra grupos vulnerables
-Las pruebas reflejan que determinadas características de las mujeres, como, por ejemplo, la orientación sexual, la discapacidad o la etnicidad, y algunos factores contextuales, como las crisis humanitarias, incluidas las situaciones de conflicto y posteriores al conflicto, pueden aumentar la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia.
-En 2014, el 23% de las mujeres no heterosexuales (aquellas que identificaban su orientación sexual como lesbianas, bisexuales u otras opciones) entrevistadas en la Unión Europea indicó haber sufrido violencia física y/o sexual por parte de agresores de ambos sexos, en comparación con el 5% de mujeres heterosexuales.
-Por otro lado, el 34% de las mujeres con un problema de salud o una discapacidad declararon haber sufrido violencia física o sexual por parte de un compañero sentimental a lo largo de su vida, frente al 19% de mujeres sin un problema de salud ni discapacidad, asimismo tomando como base datos de la Unión Europea.
Una habitación corriente o una choza oscura en un poblado en el campo. Una hoja de afeitar comprada en el mercado, un cuchillo afilado o un simple trozo de vidrio roto son suficientes. A veces, aguja e hilo, o las espinas de un arbusto silvestre. Las mujeres de la familia sujetan a la niña mientras alguien paga a la encargada de la ablación para que le inflija un dolor tan intenso que jamás lo olvidará.
Para más de 125 millones de mujeres de todo el mundo, el paso de la infancia a la edad adulta está marcado por la sangre de la mutilación genital femenina (MGF). El procedimiento consiste en extirpar el clítoris, a veces raspar los labios menores hasta eliminar totalmente los genitales externos, y cerrar el corte cosiéndolo y dejando un pequeño orificio para el flujo menstrual y la orina, que más adelante se volverá a abrir con un corte en la noche de bodas.
Se cree que el ritual, que en determinadas sociedades es obligatorio, purifica a las mujeres de su feminidad, las somete a través del dolor y las hace vírgenes de por vida e insensibles al placer sexual. Y, por tanto –y este suele ser el principal objetivo–, las convierte en esposas devotas y fieles. Las complicaciones para la salud pueden ser desastrosas, desde el trauma hasta las infecciones en el momento de la ablación. Para las víctimas de la infibulación, los dolores menstruales suelen ser insoportables porque la sangre se acumula en los puntos y, a veces, las dificultades para orinar provocan infecciones de riñón. También causa problemas en el momento del parto: en las comunidades rurales, donde los hospitales están lejos o pobremente equipados, la infibulación provoca un aumento de uno a dos puntos de las muertes intrauterinas por cada 100 nacimientos.
Mientras que la tasa de mortalidad materna media en los países en desarrollo es de 230 fallecidas durante el embarazo o el parto por cada 100.000 nacidos vivos, en los 26 países africanos en los que se practica la MGF (con la excepción de Egipto) la prevalencia es mucho mayor. De hecho, alcanza una cifra de 1.100 muertes en Sierra Leona, 850 en Somalia, 650 en Guinea y 420 en Etiopía.
Según las encuestas de Unicefy la Organización Mundial de la Salud, las víctimas de las MGF se concentran en 29 países.Aparte de Yemen e Irak, todos los demás están en África. En Somalia y en Somalilandia, casi toda la población femenina (98%) ha sufrido la mutilación genital y, además, en su forma más severa, conocida como infibulación. En Somalilandia, el clan Isaq acostumbra a practicar una escisión extrema llamada gudnünka fircooniga: los genitales externos se raspan por completo y los tejidos se cosen formando una tira dura y oscura. También se registran tasas muy elevadas en Guinea (96%), Yibuti (93%), Egipto (91%), Eritrea (89%), Mali (89%), Sierra Leona (88%) y Sudán (88%); mientras que Ghana (4%), Togo (4%), Níger (2%), Camerún (1%) y Uganda (1%) se encuentran en los últimos puestos de la lista.
Si consideramos las cifras absolutas, la capital mundial de la MGF es Egipto, con 27,2 millones de víctimas. Etiopía ocupa el segundo puesto, con 23,8 millones, seguida por Nigeria, con 19,9 millones.
De los 27 países africanos considerados en los informes de Unicef, 14 tienen más de un millón de mujeres mutiladas residiendo en sus territorios. Sin embargo, dentro de un mismo país a menudo hay grandes diferencias entre los grupos étnicos, que en África se calcula que son unos 3.000. En Eritrea, por ejemplo, la prevalencia nacional de la MGF es del 89%. La tasa se eleva al 96% entre la población Afar y desciende al 2% entre los Tigray.
En Mauritania, donde el porcentaje de mujeres cortadas es del 69%, el 92% de ellas pertenecen al pueblo Soninké, en la frontera maliense. El ejemplo más llamativo tal vez sea Uganda, que con una tasa de MGF del 1%, es el último país en esta dolorosa clasificación; sin embargo, entre los Pokot, un grupo étnico que vive en la región oriental de Karamoja, la tasa es del 95%, y entre los Sabiny es del 50%.
En Kenia, la prevalencia nacional es del 27%, pero en las comunidades masai alcanza el 73%.
Los horrores de la mutilación genital femenina, en la voz de tres mujeres de EE.UU:
Cerca de 200 millones de niñas y mujeres de todo el mundo han sufrido la mutilación genital, una práctica que para las Naciones Unidas viola los derechos humanos pero que en muchos países y muchas religiones se considera un ritual.
Rahel Musa Aron tenía solo siete días de nacida cuando los más ancianos de su comunidad, en la nación africana de Eritrea, llevaron a cabo un ritual centenario en su diminuto cuerpo y le cortaron su clítoris, para luego enterrarlo.
Casi seis décadas después, esta madre de tres mujeres y líder de una iglesia cristiana se sienta en su casa de esta ciudad del Medio Oeste, en Estados Unidos, y se hace muchas preguntas.
¿Qué hubiera significado para su vida esa pequeña tajada de piel? ¿Los partos hubieran sido diferentes? ¿Se ha perdido de algún nivel más profundo de intimidad con su esposo, con el que está casada desde hace 40 años?
Rahel Musa Aron tenía solo 7 días de nacida cuando los más ancianos de su comunidad, en la nación africana de Eritrea, le cortaron el clítoris.
“Estoy segura de que ha afectado lo que siento”, le explica Aron, de 58 años, a CNN. “Si no me lo hubieran cortado, tal vez hubiera disfrutado de cualquier cosa que hubiera disfrutado. Es un área muy sensible. Así que si se corta, imagina... imagina lo que me perdí”.
Con frecuencia discutido en voz baja, el tema de la ablación genital femenina protagonizó los titulares el mes pasado cuando, por primera vez, fiscales de EE.UU. usaron una ley de hace varias décadas que prohibe esa práctica, para acusar a dos doctores de Detroit y a un gerente médico en un caso que involucra a dos niñas de 7 años.
Ahora, muchas mujeres en Estados Unidos que sufrieron esa mutilación cuando eran jóvenes están compartiendo sus historias, todas con elementos que reflejan el caso de Michigan, con la esperanza de terminar con esa práctica de manera definitiva.
Cuando nacieron sus propias hijas, Aron decidió que la costumbre que habían tenido que sufrir también su madre y su abuela moriría con ella.
“Creo que si (el clítoris) no fuera necesario, Dios no lo habría puesto ahí”, dice Aron. “Si no hubiera sido importante, no estaría ahí. Es parte de nuestro cuerpo. Está ahí por una razón”.
Las cicatrices de Aron no son tan graves como las de muchas de los 200 millones de mujeres y niñas de todo el mundo –casi un cuarto de las cuales tienen menos de 15 años– que han sufrido esa práctica, conocida como ablación genital femenina o, para algunas sobrevivientes a quienes no les gusta esa expresión, ritual de corte femenino.
El procedimiento, por el cual los órganos genitales son alterados o lesionados por razones que no son médicas para reprimir la sexualidad, ha sido considerado durante mucho tiempo como una violación a los derechos humanos.
Se practica en todos los niveles educativos y clases sociales y entre personas de varias religiones, incluyendo musulmanes y cristianos, aunque ningún texto religioso así lo reclame.
Aunque suele entenderse como una costumbre de purificación, los expertos concuerdan categóricamente en que no tiene beneficios médicos y, en cambio, sí puede implicar una infinidad de riesgos para la salud, desde el parto hasta complicaciones menstruales, pasando por infecciones severas, estrés postraumático e, incluso, la muerte.
Sin embargo, la práctica persiste, sobre todo en naciones de África y de Medio Oriente, y en Estados Unidos, donde se calcula que el número de niñas y mujeres que la han sufrido o están en riesgo de hacerlo se ha triplicado desde 1990, llegando a más de 500.000. Ese aumento refleja el rápido crecimiento de la inmigración de países donde es común la ablación genital femenina.
Y aunque los defensores de abolir la práctica aplauden los esfuerzos por responsabilizar a quienes realizan el procedimiento, el caso concreto de Detroit plantea preguntas sobre si los acusados –todos miembros de la secta Dawoodi Bohra del islam chií– están siendo atacados por su religión.
Además, a algunos les preocupa que estos juicios de alto perfil puedan hacer que la práctica sea mucho más clandestina, lo que pondría en mayor peligro a las niñas y mujeres que la ley busca proteger.
A medida que este asunto ha llamado la atención, el Servicio de Inmigración y Aduanas y el FBI ha abierto líneas directas nacionales en las que cualquier persona puede reportar su experiencia o sospechas. Pero como muchos defensores le dijeron a CNN, las conversaciones más importantes pueden estarse dando en los hogares y en los lugares de oración, dado que las sobrevivientes están comenzando a compartir sus historias y a trabajar para ponerle fin a la ablación.
“Este es un tema del que es necesario hablar”, dice Aron.
El FBI comenzó a investigar en el área de Detroit en octubre pasado, cuando los investigadores supieron que la ablación genital se había llevado a cabo en la Clínica Médica Burhani. En febrero, se enteraron que dos niñas de 7 años de Minnesota fueron a la clínica con sus madres con la idea de que vivirían una "excursión especial para niñas”. Una de las niñas le dijo al FBI que sus madres las llevaron a la clínica porque les “dolían sus estómagos” y un doctor les iba a “sacar los microbios”.
Había tres personas en la oficina, “una para limpiar y dos para sostener las manos (de las niñas)”, les contó la menor a los investigadores. Según el FBI, eran la médica de urgencias locales Jumana Nagarwala, el director clínico Fakhruddin Attar y su esposa, Farida Attar, quien estaba a cargo de la oficina en Livonia, Michigan.
La niña contó que se quitó los pantalones y la ropa interior y se acostó en una mesa de exámenes con sus rodillas cerca de su pecho y las piernas abiertas. Entonces, Nagarwala la “pellizcó un poco” en el área “que usamos para orinar”. Aseguró que la doctora les dijo a ella y a su amiga que no podrían montar en bicicleta por tres días y que, un día después del procedimiento, le “dolió mucho”.
La niña explicó que luego las llevaron a ella y a su amiga a comer pastel, porque “se estaban portando bien”. Un examen posterior halló que los labios menores de las pequeñas habían sido removidos o alterados, que el prepucio del clítoris no era normal y que había tejido cicatrizante y pequeñas incisiones.
Los Attar y Nagarwala enfrentan dos cargos por mutilación genital femenina, un cargo por conspiración para cometer mutilación genital femenina y otro por conspiración para obstruir un procedimiento oficial. Si son condenados, podrían pasar el resto de sus vidas en prisión.
“Esta práctica brutal es llevada a cabo en niñas por una razón: controlarlas como mujeres”, dijo en una declaración Daniel Lemisch, fiscal interino de EE.UU. para el Distrito Este de Michigan. “La mutilación genital femenina no será tolerada en Estados Unidos”.
Sin embargo, los abogados de los acusados dicen que sus clientes están siendo perseguidos por practicar su religión. Nagarwala se declaró inocente de todos los cargos y los Attar han guardado silencio, pero sus abogados afirman que no son culpables de todos los cargos.
Según los documentos de la corte, Shannon Smith, abogada de Nagarwala, ha dicho que el el procedimiento realizado a las dos menores no fue mutilación genital femenina sino un ritual religioso de limpieza, no invasivo, que se lleva a cabo en la tradición Dawoodi Bohra, arraigada en la India.
Líderes de la mezquita Dawoodi Bohra en Michigan, una de las muchas que esta secta tiene en Estados Unidos, afirmaron en una declaración que ofrecieron ayuda a los investigadores.
“Cualquier violación de la ley de Estados Unidos es contraria a las instrucciones de los miembros de nuestra comunidad”, dijeron. “Es una regla importante que los Dawoodi Bohras respetemos las leyes de la tierra, cualquiera que sea el lugar donde vivamos. Eso es precisamente lo que hemos hecho por varias generaciones en América”.
‘Nunca hablar del tema’
Este caso ha llamado la atención de sobrevivientes de esta terrible práctica en todo el país, que comparten una historia en común: les cortaron el clítoris a temprana edad y les dijeron que no debían hablar del tema.
En 1947, Renee Bergstrom tenía 3 años y vivía con su familia blanca y fundamentalista cristiana en una localidad rural de Minnesota. Cuando su madre vio que la pequeña se tocaba, se preocupó.
“Así que me llevó a un doctor que dijo que ‘podía arreglar eso’ y me quitó el clítoris”, le contó Bergstrom a CNN. Ella recuerda ver a su madre al final de la camilla. Recuerda el dolor. Y recuerda haberse sentido traicionada.
“Aunque yo era muy pequeña, me dijo que había sido un error, pero que nunca debía hablar de eso”, afirma. Varias cicatrices fusionaron parte de sus labios y la piel nunca se estiró lo suficiente cuando llegóel momento de dar a luz sus tres hijos.
Ahora, Bergstrom se ha aliado con otra sobreviviente de Minnesota, una mujer de Somalia, para tratar de concientizar a los miembros de la gran comunidad somalí de esa área. Les dan panfletos a las mujeres embarazadas que sobrevivieron al procedimiento, para que puedan ayudarles a sus doctores con otras opciones al momento del parto.
A Bergstrom le preocupa que, en lo que respecta a esta práctica, se esté atacando a los musulmanes en Estados Unidos. “Esto me lo hizo en Estados Unidos un médico cristiano fundamentalista, blanco, que practicaba su religión con un bisturí. Me inquieta el sentimiento antimusulmán que hay en EE.UU. No quiero que esto sea otra forma de discriminación en contra de los musulmanes”.
Bergstrom se alió con otra sobreviviente, una mujer de Somalia, para tratar de concientizar a los miembros de la gran comunidad somalí Minnesota sobre los riesgos de la ablación.
‘Forma complicada de violencia’
Ninguno de los padres del caso de Detroit enfrenta cargos... y es posible que nunca deban hacerlo.
Para muchas sobrevivientes, es complejo aceptar la decisión de sus madres para promover esta práctica.
Mariya Taher tenía 7 años cuando sus padres la llevaron de vacaciones a Mumbai, en la India. Recuerda caminar en un apartamento con su madre. La atmósfera se sentía tranquila, y estaban allí algunas de sus tías. Hasta se reía. Era la única niña presente en el lugar.
“Entonces, me vi en el suelo y me quitaron el vestido”, rememora hoy Taher. “Recuerdo haber sentido algo afilado y luego llorar. Una de las mujeres mayores me dio una gaseosa. Es todo lo que recuerdo”.
Taher, que ahora tiene 34 años, dice que solo hasta que llegó a la adolescencia leyó sobre la mutilación genital femenina en África y se dio cuenta que eso era lo que le había pasado a ella. Su cicatriz fue mínima. Sin embargo, dice, fue una violación.
Mariya Taher, sobreviviente de la mutilación genital femenina, trabaja en Massachusetts para acabar con esa práctica. A ella le cortaron el clítoris en un viaje que hizo con sus padres a la India.
“Honestamente, tuve una gran infancia, así que para mí es muy duro hablar de esto”, dice. “Siento que las personas me ven como una víctima, y odio eso. Sí, me hicieron algo violento, pero también es una forma complicada de violencia”.
Taher, cuya madre y abuela también sufrieron la ablación, vive en Massachusetts y es la confundadora de Sahiyo, una organización que trabaja para ponerle fin a esa práctica en la comunidad Dawoodi Bohra.
Ayuda a las mujeres y las motiva a contar sus historias –de haber sido mutiladas, de haber decidido no mutilar o de haber pretendido ser mutiladas para encajar– a través de las redes sociales.
Hace años, se dio cuenta del que tal vez sea el mayor logro personal en su trabajo: convenció a su mamá de oponerse a la ablación genital femenina.
“Hemos hablado mucho del tema”, dice Taher. “Nunca la he culpado por eso”.
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